23 de febrero de 2017

El proceso independentista catalán: respuestas tardías e indiferencia internacional.

Más de una docena de visitas han realizado miembros del gobierno de España a Catalunya en los últimos dos meses. Aprovechando que el Francolí pasa por Tarragona, he ahí a uno u otra acercarse a las tierras catalanas para reunirse con representantes de la Generalitat, asistir a eventos culturales, conmemorar aniversarios de la prensa, degustar la butifarra y el postre de músic... en fin, para que se les vea, para hacerse notar, para demostrar que el Estado existe y tiene algo ...que ofrecer y que decir.


Contrasta este frenesí viajero con la indolencia, el ninguneo, la dejadez, la ausencia y la postura autista mantenida hasta ahora. Durante la nefanda legislatura de la mayoría absoluta del Partido Popular - las urnas nos libren, valga el cielo, de volver a caer en tamaño y tan perjudicial disparate - nadie del gobierno de Rajoy Brey volvió sus ojos a Cataluña para pisar sus calles, respirar su ambiente, descubrir sus valores y demostrar que la región catalana es algo importante, pero que muy importante, para España. Frente a la arrogancia y el discurso monocorde de antaño, la pasión viajera y la omnipresencia reiterada y para la galería de hogaño. Verdadero horror vacui, compulsivo y errático en pos de la propaganda.


Demasiado contrapunto para considerarlo efectivo. Me temo que nada avanza y todo se limita, al menos de momento, a la pretensión del reconocimiento de que ambas partes existen y están abocadas a entenderse, aunque no se entiendan. Demasiado tiempo se ha perdido para recuperar en dos días la confianza que Soraya Sáenz, tan sonriente como vacua y previsible ella, pretende transmitir.


A la postre tengo la impresión de que el procés derivará en un horizonte difuminado. Pero no por lo que hagan Rajoy y los suyos, ni por la ominosa corrupcion de la banda pujolista-convergente. ni por las esquizofrenias del PSC, ni por la demagogia hasta el hartazgo de ERC, ni por las aberraciones chantajistas de la CUP, ni por las mentiras acumuladas sobre el tema por sus adalides, sino porque internacionamente se ha encontrado con el desdén más absoluto. Y cuando nadie fuera de tus fronteras te ampara, cuando la indiferencia es la respuesta generalizada, la soledad acaba imperando para convertir los afanes excluyentes y exclusivistas, minados por las contradicciones, en pretensiones que el viento de la historia acaba diluyendo en formol.

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