12 de enero de 2017

La despoblación al descubierto



Villafrechós (Valladolid)

Julio Llamazares es un escritor a quien respeto y leo desde hace mucho tiempo. Es del valle del Curueño, provincia de León, y reside en la villa de Madrid, la ciudad más poblada de España. Hace bien en manifestar su interés y sensibilidad por el problema de la despoblación en el mundo rural español. Enarbola con brío la bandera de la ruralidad destrozada por el vaciamiento demográfico. Y lo hace, con razón y para bien, con atinada alusión a las obras que en los últimos tiempos (Sergio del Molino, Avelino Hernández, a quien yo publiqué en Ambito sus espléndidos libros sobre Soria, Francisco Cerdá...) han insistido en una tendencia atroz, que se muestra irreversible y que pone en peligro la supervivencia de un patrimonio cultural digno de mejor suerte.

Pero, ay, sin menoscabar un ápice lo que esa generación de periodistas aporta, se da la circunstancia de que el silencio se cierne injustamente sobre las numerosas obras, trabajos, estudios e investigaciones que, mucho antes que estos libros bienvenidos, ya han dado cuenta, con pelos, datos, mapas y un sinfín de referencias y señales, de esa tragedia.

No es por presuimir, pero nadie podrá cuestionar que en ese empeño por dar a conocer una realidad tan crítica, los geógrafos españoles han - hemos - puesto hace décadas la primera piedra, cuando muy pocos hablaban del tema. Quizá faltó sentido del marketing para que esos esfuerzos tuvieran la proyección pertinente. Y es que desde los años cincuenta del siglo XX encontramos trabajos pioneros que describieron la cuestión con los rasgos preocupantes que el tiempo - pues las tendencias también aparecían explícitas en esos textos - se ha encargado de perfilar con mayor acuidad aún. Ahí están esas aportaciones que engrosan las estanterías y que convendría rescatar, para que no queden relegadas al olvido y, sobre todo, para que se sepa que en esto de la despoblación fueron muchos los afanes desplegados en solitario cuando, en el contexto del desarrollismo y la urbanización rampantes, muy pocos volvían sus ojos hacia lo que estaba pasando en el mundo rural, sumido en el progresivo abandono. 
 
Por cierto, así se lo reconoció Miguel Delibes a mi maestro Jesús García Fernández cuando recurrió a la ayuda del ilustre geógrafo vallisoletano para que le comentara el fenómeno a fin de contextualizar debidamente aquella obra tan afamada como es "El disputado voto del Señor Cayo", que Delibes ambientó en tierras de Huidobro, en el septentrión de la provincia de Burgos. Doy fe, porque yo asistí a aquella conversación en la Cafetería Granja Terra de Valladolid. Comenzaba la primavera del año 1976.

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