Cuando
el viajero se asoma al puente sobre el río Moscova, que se abre tras haber
cruzado la Plaza Roja en la capital de Rusia, tiene ante sí la historia del
país. Allí detiene su paseo durante un largo rato, de ninguna manera
entorpecido por la lluvia, para contemplar una panorámica soberbia, expresiva e
impresionante de la evolución de Moscú y del Estado que simboliza como ningún
otro la trayectoria histórica y política de la Europa Oriental. Ante él se
extiende la muralla que delimita la
inmensa fortaleza medieval del Kremlin en cuyo interior se yerguen algunos de los
más relevantes testimonios de la arquitectura de la religión ortodoxa hoy
revitalizada de forma sorprendente y a la que acompañan los grandes palacios de
la época zarista.
Al fondo hace su aparición en medio de la bruma otro de los grandes edificios que integran el conjunto arquitectónico- las siete hermanas las llaman- impulsado por Stalin en los años culminantes de la experiencia soviética. Y, como contrapunto, la mirada no puede permanecer indiferente ante las construcciones en altura que simbolizan la imagen de los grandes centros financieros que en el mundo afloran al amparo de la economía capitalista globalizada. La reciente visita a Rusia me ha proporcionado elementos de juicio muy interesantes sobre la evolución de ese país, de sus tendencias, de sus contradicciones, de sus expectativas. No estamos ante una realidad baladí: se trata del país más grande de la tierra y de una de las piezas esenciales en el equilibrio geopolítico mundial.
Al fondo hace su aparición en medio de la bruma otro de los grandes edificios que integran el conjunto arquitectónico- las siete hermanas las llaman- impulsado por Stalin en los años culminantes de la experiencia soviética. Y, como contrapunto, la mirada no puede permanecer indiferente ante las construcciones en altura que simbolizan la imagen de los grandes centros financieros que en el mundo afloran al amparo de la economía capitalista globalizada. La reciente visita a Rusia me ha proporcionado elementos de juicio muy interesantes sobre la evolución de ese país, de sus tendencias, de sus contradicciones, de sus expectativas. No estamos ante una realidad baladí: se trata del país más grande de la tierra y de una de las piezas esenciales en el equilibrio geopolítico mundial.