2 de noviembre de 2014

La corrupción que no cesa: una trama inabordable

Ambición de poder e inmersión profunda al propio tiempo en las prácticas corruptas, cometidas sin pudor, durante mucho tiempo y con la sensación de que eso era lo normal y que la impunidad estaba garantizada. Los casos del presidente de la Diputación de León y del que fuera nada menos que el vicepresidente del gobierno madrileño se convierten así en paradigmas, de los que quizá no sean solo ellos los únicos protagonistas. Mucho me temo, y la simple percepción de cómo están aflorando los hechos lo apunta claramente, que esa mancuerna que muchos practican entre el poder y el delito, entre la decisión política y el lucro personal incesante, va a tener aún en España un largo recorrido. ¿Qué sorpresas no nos deparará el futuro inmediato? Cuesta pensar que la mancha de aceite no recrezca y se expanda en función de las imbricaciones que se producen entre los gobernantes de espacios contiguos. El efecto aglomeración no tardará en manifestarse. Por pura lógica inercial y ligada a los efectos inducidos que las prácticas corruptas provocan. 

Poco a poco, o mucho a mucho, asistiremos a la configuración de una enorme "tangentópolis" (¿se acuerdan de lo que pasó en Italia?) que posiblemente llegue a desbordar, por su tipología, su variedad de elementos y su densidad delictiva, la magnitud de la experiencia italiana. Ante esta perspectiva, ¿qué capacidad de sorpresa, de estupor y rabia aguarda todavía a la sociedad que asiste al espectáculo que más daño hace a la democracia y al Estado de Derecho? ¿Por qué derroteros ha de avanzar la gangrena que pone en entredicho los mismos pilares del Estado? ¿Qué impacto va a provocar todo ello en la recomposición de la política española? ¿Quiénes lograrán sobrevivir al escándalo, a sabiendas de que la frontera entre los corruptos convictos y los potenciales corruptos se muestra cada vez más tenue? Seguramente habrá quienes se han mantenido y se mantienen al margen de la ponzoña. La cuestión está en constatar qué relevancia tienen en medio de ese magma que no cesa de crecer.

1 comentario:

  1. Personalmente no creo que esto sea una cuestión de honradez o "golfería", creo que hasta el más integro de los hombres puede llegar a corromperse. Creo que el problema es más profundo, aunque intenten desviar la atención. La raíz está en el sistema en sí: en su opacidad, la falta de control ciudadano y los palos en las ruedas de la justicia. Cosas que se han magnificado con el modelo de crecimiento previo a la crisis, el ladrillazo, que ha permitido que partidos políticos y cierta élite empresarial hicieran suyos, los ayuntamientos, las consejerías, los ministerios... Yo ya no se si pensar que la corrupción de esta última década ha sido consecuencia del ladrillazo, o el ladrillazo ha sido consecuencia de un modelo de crecimiento basado en la corrupción.

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