15 de marzo de 2014

De cómo era la mejor España hace un siglo







Haz entender que la patria no es un dios ni un rey, ni un culto, ni una clase o corporación sino,  como yo la pienso, una cultura

Manuel Azaña, 1912


Mientras, a pesar de los progresos culturales, no se vea en un tranvía a una mujer con un periódico o un libro en la mano será inútil soñar con que desaparezcan  de nuestras mujeres  los sentimientos impuestos 

Margarita Nelken, 1921 

Estas son algunas de las frases que, destacadas en los paneles, definen los contenidos que ilustran y justifican los propósitos de la Exposición que en la Biblioteca Nacional evoca lo que significó para España la "Generación del 14". Es una cita obligada para quienes se interesen por conocer aspectos esenciales del pensamiento español hace un siglo, cuando el centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial suscita tantas evocaciones que obligan a despertar la memoria adormecida. No solo apetece descubrir de cuando en cuando los testimonios de los momentos en los que la sociedad española ofreció lo mejor de sí misma para avanzar en el difícil camino que conduce al desarrollo cultural y científico, a la expresión libre del pensamiento, a la proyección sin restricciones de la creatividad cultural, a la denuncia de las servidumbres en las que estaban sumidos sus sectores más desfavorecidos, al reconocimiento del papel desempeñado por la mujer y de su dignidad postergada. 

Bien es cierto que a comienzos del siglo XX muchas eran las manifestaciones de retraso, depauperación, miseria y fanatismo de que adolecía un país que había permanecido al margen de las grandes transformaciones vividas por los países europeos donde la libertad y la industrialización contribuyeron a sentar las bases de estructuras sociales y comportamientos culturales más modernos y evolucionados. 

Sin embargo, no fueron pocos los síntomas que pusieron en evidencia a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX una voluntad decidida a favor de la configuración de un país más moderno, abierto a los vientos de la renovación  intelectual que soplaban en Europa. Se alude, como uno de los motivos inductores del proceso, a la conferencia impartida por José Ortega y Gasset en el Teatro de la Comedia de Madrid sobre el tema "Vieja y nueva política", con el que presentó su Liga de Acción Política.  Fue quizá un episodio importante, pero la muestra revela que aquella etapa supuso muchísimo más que la figura del pensador madrileño. 


Particularmente, y a medida que la mirada del visitante - al menos es la experiencia que tuve ayer al recorrerla sin tiempo tasado - se detiene, ante todo, en las referencias bibliográficas, en los instrumentos de uso científico, en los textos y diseños alusivos a los descubrimientos técnicos, en las expresiones artísticas, en la emergencia cultural de Cataluña, el País Vasco y Galicia, en los retratos de los personajes que dignificaron la imagen de España en el mundo, uno tiene la impresión de que hay gran desconocimiento de lo que personas ilustres aportaron tanto en beneficio del país como en el mundo difícil, y a menudo incomprensivo o refractario, que les tocó vivir.  

Asombro y gratitud es lo que se siente, en efecto, al conocer en detalle la contribución a la ciencia y a la tecnología de Santiago Ramón y Cajal, de Leonardo Torres Quevedo, de Blas Cabrera o de Pío del Rio-Hortega. Se reaviva el sentimiento de admiración ante la obra de Antonio Machado, de Juan Ramón Jimenez, de Ramón Pérez de Ayala, de Gregorio Marañón. Y, por supuesto, no cabe otra que la actitud de respeto y admiración también cuando se comprueba la ingente labor de las mujeres que en la España sórdida y cerrada de la época hicieron oír su voz, con la intención de que quedase viva para siempre. Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken son, entre otras más, las que demostraron que en España comenzaba a brillar una luz que se prolongaría, más allá de las intermitencias provocadas por la política, hasta que quedó extinta con la catástrofe que supuso la rebelión facciosa y criminal de julio de 1936. Por eso, alumbrarla de nuevo, siquiera sea en el recuerdo, es una iniciativa bienvenida o, más aún, una necesidad. 

Estará abierta en la Biblioteca Nacional de España hasta el 28 de Mayo de 2014



1 comentario:

  1. Sorprende que de un país tan atrasado, como la España de aquel entonces, surgiese una minoría tan brillante...Merecido homenaje el que les haces, Fernando.

    Un abrazo

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