12 de noviembre de 2013

La educación se basa en algo más que en el uso de las nuevas tecnologías

La oportunidad de un acto académico me ha permitido asistir recientemente en Zaragoza a un interesante debate con colegas prestigioso sobre el impacto de Internet y los recursos informáticos en la Educación. A medida que la conversación avanza, comienzan a surgir las cautelas y las advertencias que esa relación suscita. Disponemos ya de la suficiente perspectiva temporal y empírica para saber lo que el tema, con sus luces y sus sombras, da de sí. Nadie cuestiona las enormes posibilidades que la Red permite para la ampliación y recopilación del conocimiento al tiempo que se valora de manera positiva la utilidad y pertinencia de las herramientas informáticas para el tratamiento, sistematización, integración y comprensión de los saberes.

Pero, ay, una señal de alarma aflora en el ambiente, que, en esencia, se resume en dos constataciones:

-  por un lado, el aprendizaje a través de la Red puede inducir a derivaciones que crean más confusión que claridad y coherencia cuando no tienden a banalizar el trabajo mediante una simplificación del esfuerzo, facilitado por el acceso a ingentes volúmenes de información, asumidos acríticamente y utilizados como alternativa a la labor de indagación reflexiva y personal, para la que se ha de estar debidamente preparado; 

- por otro, más grave aún, se asiste a un deterioro clamoroso de la capacidad de expresión formal a través del razonamiento escrito y desarrollado con la coherencia expositiva y la debida corrección gramatical.  Con frecuencia trabajos realizados mediante el empleo del software que mejora sensiblemente el tratamiento y presentación de la información, incluyen reflexiones, ideas y argumentos de una pobreza y simplicidad palmarias. El contraste cualitativo es abrumador hasta el punto de que invalida la brillantez formalmente pretendida. No hay programa que subsane esta carencia, pues la exposición de las ideas sigue siendo, y lo será siempre, el producto de una formación adquirida a base de tesón y buen aprendizaje. 

De este modo, cobra plena justificación la necesidad de reafirmar y fortalecer la labor del profesor, la tutela formativa, la transmisión de una práctica laboriosa que en nuestros días , tiempos de fascinación por las nuevas tecnologías (por lo demás, justificada), consiga integrar en el alumno la capacidad inherente a la expresión de las ideas con el amplio margen de posibilidades que propician los instrumentos innovadores del aprendizaje sin que aquélla se vea necesariamente eclipsada o minimizada por éstos. 

Es una cuestión que me preocupa mucho y por eso la traigo aquí.

3 comentarios:

  1. Este tema también me preocupa a mí. Y me preocupa porque el alumnado ha asumido la Red como algo lúdico. Algo que le sirve de distracción y de asueto. Se pasa las horas navegando por donde la corriente le lleva, guiados por un torpe timonel que huye de entrar en mares que supongan reflexión y crítica. Todo es juego. El raciocinio no existe. Y es que este mundo virtual es muy goloso para una mente joven e inmadura que es proclive, muy proclive a desviarse por caminos de liviana envergadura. Yo, como profesor, puedo dar fe de la tentación insana que representa para un alumno el libre acceso a Internet. En mi instituto tenemos ordenadores portátiles, y más de una vez los he traído al aula. Alegría general. Este es su mundo. Un mundo que conocen mejor que el profesor, que se vuelve loco para que los alumnos y alumnas no se desvíen del camino trazado por el docente. Un alumno me dijo un día que para qué traía los ordenadores si para hacer lo que yo les indicaba tenían los libros de texto. Los ordenadores, los móviles, para los jóvenes, son otra cosa. Es su Dios. Es la anulación del profesor. Ya no hace falta.
    Menos cariño, comprensión, ternura... humanidad..., menos eso, las TICs lo tienen todo.

    Un abrazo.

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  2. Eres un gran profesor, Miguel. Tu razonamiento revela sensibilidad, conciencia crítica del problema y afán por hacerlo frente. Desde luego, no es tarea fácil. Pero, ¿cuándo enseñar lo ha sido? Un abrazo

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  3. A los ordenadores les falta algo esencial, capacitar a los alumnos para ser creativos, para imaginar, además de todo lo que apunta Miguel.
    Muy pocos utilizan la Red con éstos fines, en ella aparece todo o casi todo hecho.

    Un saludo

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