29 de diciembre de 2011

¿Otro discurso es posible?

Estamos dominados por un discurso dominante y reiterativo que no hace sino sumirnos en la desesperanza y en la falta de perspectivas diferentes. Se ha acabado imponiendo una especie de dogma inapelable que hay que seguir al pie de la letra so pena de caer en el abismo. El problema es que, cuando nos acercamos a la realidad, observamos a las personas que nos rodean y captamos con la atención debida lo que sucede en el día a día, la sensación es que ante un escenario marcado por el abatimiento no todos los que forman parte de él lo sufren con la misma intensidad.

En este panorama de redundancias y simplificaciones, de sumisión y de falta total de sentido crítico desde las esferas de la decisión pública, se acentúan los contrastes, los desequilibrios tienden a crecer, la indefensión se generaliza, mientras la emergencia imparable y soberbia de unos pocos ofrece un contrapunto al debilitamiento incesante de la mayoría. Frente a situaciones privilegiadas que permanecen incólumes, alimentándose incluso de los despojos de la crisis, afloran y se expanden otras que agravan aún más los estigmas abrumadores de la desigualdad. A la postre, y en un ambiente de resignación autoimpuesta, sobreviene el desencanto mayoritario ante la ausencia de reflexiones que orienten la mirada en la dirección capaz de suscitar siquiera un mínimo de confianza y de expectativas alentadoras. Sobre todo cuando se comprueba que las medidas que se adoptan son las que han conducido a la depresión y que jamás el recorte del gasto, particularmente incisivo en variables esenciales de los derechos básicos, ha permitido recuperar los dinamismos perdidos. Es "la unión del rigor y del dolor a los socios de la moneda única", como la ha definido Lluis Bassets o "la unión de la inestabilidad y el estancamiento", en palabras de Martin Wolf, en el Financial Times del 4 de diciembre, contrariamente a la calificada por Sarkozy como "la unión de la estabilidad y el crecimiento". Es. en fin, el círculo vicioso que nos sumerge en el torbellino de la desolación, la injusticia y los horizontes sombríos.

De ahí emana la pregunta ineludible: ¿es preciso alumbrar otro tipo de discurso? ¿Tan fuertes y contundentes son los mecanismos dogmáticos en los que se basan las reglas del juego dominante para que se cierren los resquicios que permitirían entender de otro modo la realidad, la gestión de los recursos y el trabajo? ¿Cómo salir de ese círculo vicioso en el que cada vez estamos más inmersos – recortes masivos y merma del poder adquisitivo, retracción de la demanda, descenso de la producción, aumento del desempleo.... disminución de la capacidad de compra, etc. etc. etc. – y que inexorablemente conduce, por paradójico que parezca, al agravamiento de los contradicciones del propio sistema que aplica esas terapias selectivamente restrictivas como salida a la crisis por él mismo provocada? Por todo ello, ¿qué valor asignar a argumentos como los que se esgrimen en esta intervención?


1 comentario:

  1. claro que otro discurso es posible.
    otra cosa es que tengamos animo para hacerlo y ganas para entenderlo.

    saludos.

    ResponderEliminar

Related Posts with Thumbnails