Mirar en dirección a Asia nos está resultando ya más habitual que nunca. De allí nos vienen las informaciones que ponen al descubierto el peso creciente que ese continente ha adquirido en varios de los aspectos más importantes de la sociedad, de la economía y de la cultura contemporáneas.
Se dice que Latinoamérica ha perdido el interés por Europa (sorprendente la ausencia de la presidenta brasileña en la Cumbre Iberoamericana de Asunción, elocuentes los llamamientos a fortalecer las relaciones con Asia en el Foro APEC), que África se ha convertido en el patio trasero en el que China e India despliegan una influencia nunca vista por su magnitud económica y su impacto espacial, que la Eurozona depende hasta lo indecible de los impresionantes fondos soberanos acumulados en esos dos grandes colosos (el mayor de todos se llama curiosamente SAFE Investment, y está destinado a gestionar las reservas chinas en moneda extranjera, que asciende a 3 billones de dólares). Se dice, se comenta, se sabe....
Y de nuevo las noticias subrayan esta perspectiva. Hemos alcanzado la cifra de 7.000 millones de personas en el mundo, pero... ¿a que no imaginan dónde ha nacido quien ese mágico número simboliza? Acertaron: de Asia, de Filipinas. Se cierra, parafraseando a Bertolt Brecht, "el círculo de tiza asiático".
No resulta fácil hacer hoy un comentario. Y si conectamos con tu entrada anterior, menos. Europa, por su proceso de reflexión histórica, está en el origen de la mayor parte de los avances, la transformación positiva y modernidad de nuestro mundo, en términos de libertad, democracia y conocimiento. Pero hemos exportado, también, lo peor de nosotros y lo hemos regalado: la desigualdad, la miseria y la voracidad. El desarrollo en Asia tiene mucho que ver con la voracidad. Y la espalda que nos da Sudamérica tiene mucho que ver con nuestra incapacidad para reflexionar sobre los problemas (la crisis sistémica) que ha generado nuestro modelo social y económico. En lugar de ayudarles con nuevas ideas hemos ayudado a promover dictadores. Me temo que si no iniciamos una revolución pareja a lo que supuso el renacimiento, no sólo habremos perdido la comba en el mundo, sino que el mundo está abocado a su extinción.
ResponderEliminarMe ha gustado el comentario de JUAN NAVARRO. Estoy de acuerdo con lo que dice. Creo que nuestro mundo se va al garete. Una lástima que Europa no haya aprovechado las magníficas oportunidades que nos aportaba Sud América... Pero los asiáticos, que son más listos, bien que las van a aprovechar... Solo puedo decir ¡Bien para ellos! Besotes, M.
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